2007 debería haber sido el año de McLaren. Con un campeón mundial en uno de sus coches y un talentoso novato en el otro, las decepciones de 2006 serían un lejano recuerdo y abriendo la temporada con un nuevo patrocinador el equipo británico confiaba en que podía rematar su primera corona en el campeonato de constructores tras ocho temporadas en el dique seco.
Y así tendría que haber sido, pues los MP4 - 22 eran rápidos y fiables. Las preguntas, no obstante, estaban en el aire al comienzo de la temporada. ¿Lewis Hamilton estaría a la altura? ¿Podría el joven británico debutante y Fernando Alonso conseguir sus objetivos? ¿Sería el coche tan fiable como rápido?
Al comienzo de la temporada parecía que las cosas iban de cara para McLaren. Aunque el ex conductor, Kimi Raikkonen, conseguía la primera victoria para Ferrari en Melbourne, y Alonso hacía lo propio en una impecable carrera en Malasia. Incluso en esta etapa inicial, el título estaba a favor de los McLaren.
Rápidamente parecían obtener cierta ventaja, gracias en parte al talento natural del novato Hamilton. Mientras su compañero de equipo ocupaba el escalón más alto del podio en Sepang, Hamilton quedaba justo detrás, consiguiendo su segundo podio en el mayor número de carreras y garantizando que el equipo tomara la máxima puntuación. En Bahrein y España, fue el líder del equipo, terminando otras dos llegadas a meta en segundo lugar mientras que Alonso se quedaba rezagado.
Quedaba patente que no solo era capaz de enfrentarse a su compañero de equipo, sino que Hamilton se estaba convirtiendo rápidamente en una poderosa fuerza dentro de McLaren. Y como resultado de ello las relaciones entre los dos pilotos comenzaron a ser tensas. Aunque cada enfrentamiento era perjudicial para el equipo, la escudería aún estaba en condiciones de acumular victorias, podios y puntos, para entrar en el último tercio de la temporada, con suficientes puntos como para conseguir el campeonato de constructores.
Sin embargo, una amenaza mayor se estaba gestando fuera de la pista, haciendo peligrar el título de McLaren. Se afirmaba que Mike Coughlan, jefe de diseño de McLaren, había tomado posesión de datos confidenciales de Ferrari durante el invierno por mediación de un descontento Nigel Stepney, y la justicia deportiva cayó sobre el equipo McLaren.
Sobre la pista, sin embargo, tuvo poco efecto sobre la rivalidad existente entre Alonso y Hamilton. Entre ellos acumulaban ocho victorias, y 16 podios, garantizando su contienda por el campeonato de conductores hasta la última carrera en Brasil. Para entonces, sin embargo, McLaren ya había pagado un alto precio por el "escándalo del espionaje", tras haber sido despojado de todos sus puntos para el campeonato de constructores y una multa de 100 millones de dólares. El asunto también sirvió para enturbiar aún mas las relaciones entre el equipo y Alonso, sobre todo tras las pruebas presentadas por el campeón que resultaron ser fundamentales a la hora de esclarecer el caso.
A raíz de la sentencia de la FIA, McLaren centró todos sus esfuerzos en el campeonato mundial de pilotos, por uno u otro de sus conductores (se supone que no apostaban por ninguno de los dos conductores como favorito, pero ya todos sabemos que sucedió). Pero incluso en este sentido se vieron frustrados por Ferrari. Raikkonen y un impresionante aumento en el rendimiento de los monoplazas del Cavallino, al final de la temporada, dejó a McLaren si el título de conductores. No es de sorprender, que, de mutuo acuerdo, Alonso no proseguiría con el equipo en 2008.
Sería difícil imaginar una temporada más dura para un equipo que lo tenía todo de cara. A pesar de tener uno de los coches más rápidos y fiables sobre la pista, hemos podido comprobar cómo una desastrosa gestión de la escudería ha llevado a McLaren a terminar la temporada con las manos vacías.
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