El alcalde de Montreal, Gerald Tremblay, dejo en claro de una manera muy explicita que si la temporada que viene no hay GP de Canadá será por el interés desmedido de Bernie Ecclestone y no porque no hayan hecho lo posible en su ciudad para salvar la carrera.
"A Ecclestone no le importa de dónde venga el dinero. Tan sólo quiere coger el dinero que cree que es suyo", declaraba Tremblay.
Antes de finalizar la temporada, Bernie quitó de la siguiente a Canadá, la única carrera norteamericana que se disputa en la Fórmula 1. Según él, porque no se habían cumplido ciertos acuerdos. Pues bien, los gobiernos locales, regionales y nacionales se pusieron manos a la obra, viajaron a Inglaterra a renegociar con el sheriff para tratar de impedir la salida de Canadá del mundial y se encontraron con que el inglés le pedía 30 millones por año para mantener su escenario dentro del calendario mundial.
Para acercarse a la cifra, en un gran esfuerzo, de tantos otros, se impuso un impuesto a los hoteles de Montreal que permitiría recaudar cinco millones de dólares. Esos cinco millones junto con otros cinco de los gobiernos de Québec y Canadá podrían ascender la recaudación hasta los diez millones. Pero aún quedan veinte.
La isla de Notre Dame, en Montreal, quiere seguir llenándose de ruido y velocidad una vez al año, pero eso a Bernie no le importa si los 30 millones no aparecen en su billetera. Por eso su gobierno es el que más se está volcando por salvar la carrera del trazado de Gilles Villeneuve. El problema es el tiempo: el alcalde asegura que todas las medidas posibles han de presentarse ante Bernard cuanto antes: "Creo que tenemos que dar una respuesta muy pronto".
"A Ecclestone no le importa de dónde venga el dinero. Tan sólo quiere coger el dinero que cree que es suyo", declaraba Tremblay.
Antes de finalizar la temporada, Bernie quitó de la siguiente a Canadá, la única carrera norteamericana que se disputa en la Fórmula 1. Según él, porque no se habían cumplido ciertos acuerdos. Pues bien, los gobiernos locales, regionales y nacionales se pusieron manos a la obra, viajaron a Inglaterra a renegociar con el sheriff para tratar de impedir la salida de Canadá del mundial y se encontraron con que el inglés le pedía 30 millones por año para mantener su escenario dentro del calendario mundial.
Para acercarse a la cifra, en un gran esfuerzo, de tantos otros, se impuso un impuesto a los hoteles de Montreal que permitiría recaudar cinco millones de dólares. Esos cinco millones junto con otros cinco de los gobiernos de Québec y Canadá podrían ascender la recaudación hasta los diez millones. Pero aún quedan veinte.
La isla de Notre Dame, en Montreal, quiere seguir llenándose de ruido y velocidad una vez al año, pero eso a Bernie no le importa si los 30 millones no aparecen en su billetera. Por eso su gobierno es el que más se está volcando por salvar la carrera del trazado de Gilles Villeneuve. El problema es el tiempo: el alcalde asegura que todas las medidas posibles han de presentarse ante Bernard cuanto antes: "Creo que tenemos que dar una respuesta muy pronto".
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