Yo siempre estuve convencido que aquello que había nacido el 3 de enero de 1969 en Hürth-Hermülheim no había sido una maquina sino un ser humano. En realidad el convencimiento llegó a mí aquel 10 de septiembre cuando no se pudo contener y comenzó a llorar en la conferencia de prensa de Monza, pos victoria, al caer en cuenta que había igualado la marca de Ayrton Senna.
Desde entonces, a pesar de que dentro del monoplaza no lo aparentaba, me dije: “No es un Cyborg, es un humano.” Y los muchachos de su actual escudería lo han dejado bien en claro.
Desde Mercedes GP intentaron justificar últimamente que el rendimiento de Michael Schumacher se debía a la falta de un simulador puntero con el que pudiera prepararse para las carreras. Pero resulta que hoy se ha sabido que el heptacampeón nunca pudo usar el simulador no porque fuera viejo, sino porque el movimiento le provoca náuseas y mareos.
Todo apunta a que la caída de moto que sufrió en 2009 y que le provocó lesiones en el cuello y las cervicales, podría ser la causa de sus constantes náuseas al volante del simulador. A diferencia de su compañero de equipo, Nico Rosberg, quien lleva acumuladas muchas horas en el simulador, lo que le ha permitido preparar los Grandes Premios con más antelación que el kaiser.
“Nico pasa mucho tiempo en el simulador preparando el monoplaza para los fines de semana de carreras. Mientras que su set up ya está casi hecho cuando llegan los libres del viernes, Michael los inicia con unos ajustes básicos. Esta es una de las razones por las que Schumacher ha estado en desventaja respecto a Rosberg”, comentaba una fuente anónima desde la escudería
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