¿Estamos ante un circuito para los pitufos? No. ¿Ante una carrera con obstáculos? Tampoco. ¿Ante un juego de sorpresas? Menos aún… Estamos en Corea.
Los riesgos de correr en un circuito que está a medio terminar fueron comprobados este jueves antes que comenzara la actividad en el trazado de Yeongam. Y ni siquiera una serpiente quiso faltar a la cita.
En este aspecto, durante la jornada del jueves se han vivido dos episodios cada uno más surrealista que el anterior. Por un lado, Sebastien Buemi se libró por los pelos de que le cayese una teja en la cabeza mientras inspeccionaba la pista. El tejado de la pasarela que cruza por encima de la recta principal del circuito todavía no está colocado en su totalidad y la red colocada para evitar desprendimientos parece que no cumple su función.
Y por otra parte, Sebastian Vettel, también en un paseo de reconocimiento, se ha encontrado con un clavo de dimensiones considerables sobre el asfalto por el que ya rodarán los monoplazas el viernes. Si alguno de los coches hubiese pisado ese clavo a alta velocidad, habría destrozado uno de sus neumáticos y el accidente habría sido importante.
No podemos acabar este artículo sin comentar que los operarios del Circuito Internacional de Corea (KIC) han estado pintando de un color azul verdoso los laterales de la pista, visto que el césped plantado no ha acabado de nacer a tiempo para el Gran Premio.
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