En el año 2005, después de muchos años dedicado a la Fórmula 1, Peter Sauber pensó en dejarla, al menos en un puesto de tanta responsabilidad como es el de jefe de equipo. Pero quería hacerlo bien, asegurando un buen futuro para el equipo por el que tanto trabajó. Entonces encontró la solución ideal: vender su equipo a uno de los fabricantes más prestigiosos, BMW. Peter sería asesor del nuevo equipo, BMW Sauber, y se mantendría en contacto con él, aunque sin tener que cargar con tanta responsabilidad. Con más de 60 años garantizó el futuro de su equipo y aliviado, se dedicó a cosas más relajantes.
Mientras disfrutaba de su tiempo libre, en 2009 llegó la noticia de que BMW dejaba la F1. Una gran decepción para él, sin duda. Se había entusiasmado cuando encontró la solución ideal para el equipo al que dedicó su vida, sin embargo, todo se desvaneció. Pero en su retiro, en vez de dejarse de preocupaciones y olvidarse del tema, buscó soluciones.
BMW no tenía intención de firmar el Pacto de la Concordia, lo que hacía casi imposible encontrar a un inversor sin una plaza garantizada para el 2010. Peter trató por todos los medios de que lo firmaran, con discusiones subidas de tono incluídas con los máximos dirigentes de BMW. Finalmente, no lo consiguió.
Luego se anunció la venta del equipo al inversor Qadbak. A Peter le pareció muy sospechosa esta “empresa” desde el principio, pero expertos auditores de Munich y un banco insistieron en que era sólido. Finalmente quedó claro que no lo era.
Quedaba aún el último mazazo: La FIA le dio la 13ª y última plaza para el 2010 a Lotus, lo que hacía que la situación fuera ya crítica. Al menos, BMW prometió que si nada daba resultado, intentaría encontrar una solución con Peter.
Peter Sauber no estaba dispuesto a echar a perder el equipo: “Fue algo visceral; usando el sentido común no debería haberlo hecho. Los riesgos económicos de la F1 siguen siendo muy altos. ¿Recuerda cuántos equipos han desaparecido durante los años? Afrontar el reto una vez más no era una decisión que se pudiera tomar a la ligera. ¿Y por qué volver a hacerlo? No por sentimentalismo. Pero veo que muchos de mis 260 empleados han consagrado parte de sus vidas a levantar este equipo; no podía dar la espalda a toda esta buena gente”.
Y no lo ha comprado por una suma simbólica como hizo Ross Brawn con Honda. Peter ha pagado un dineral, y asume todos los riesgos pues tiene todas las acciones. Además, para elegir a sus dos pilotos no optó por el camino fácil de fichar a los pilotos que más dinero aportaran al equipo. Eligió basándose en otras razones a dos pilotos que no trajeron ningún sponsor: “Bueno, Kamui (Kobayashi) me convenció con sus actuaciones en Brasil y Abu Dhabi. Pensamos que podría ser el momento de volver a arriesgar algo con un joven piloto. Kamui ha demostrado velocidad, destreza, agresividad y consistencia. Para el segundo asiento, podríamos haber fichado a Trulli, Glock, Sutil o Fisichella. Pero me cae bien Pedro (de la Rosa) como persona y valoro la vasta experiencia que ha acumulado en el que creo que es el equipo más fuerte técnicamente, McLaren. Sus conocimientos son inestimables. A pesar de su edad, percibo sus ganas de trabajar. Vive en Zurich, y está aquí en la fábrica prácticamente todos los días. Kamui y él son el soplo de aire fresco que necesitábamos“.
Y ahí está, a sus 66 años, en el despacho de Mario Theissen, dirigiendo otra vez el equipo. Lejos de disfrutar del descanso y su dinero, se ha embarcado en esta embajada sin pensarlo dos veces. Con un equipo técnico de gran talento, una fábrica con tecnología de vanguardia y dos pilotos excelentes, Peter intentará suplir la escasez de dinero para el desarrollo del coche con un trabajo eficiente. Todos le deseamos lo mejor.
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