F1 - El mundo de la fórmula uno

Seguramente esta afirmación no es ningún descubrimiento. Pero no es lo mismo que lo diga yo, Mauro Mansilla, o usted… querido aficionado, a que lo diga un autorizado del tema como es Gerhard Berger.

El austriaco es de esos pilotos que uno escucha su apellido y lo asocia en seguida con algún título, cuando en realidad no obtuvo ninguno. Pero su apellido fue un símbolo para la F1 en la década del 90, es un apellido fuerte que suena a referencia y si es Berger el que suelta una aseveración como la que les contaba, entonces sí, la puedo poner de título en el blog.

Es una gran realidad que Nico Rosberg carga con un hambre de joven ambicioso, que no se va resignar al papel de escudero desde entrada. Es el hijo del campeón más pobre, más austero, que en resultados tuvo un campeonato de F1. Pero tiene mucha hambre de éxito y ahora que parece haber encontrado un auto competitivo que lo puede llevar a la victoria, como no pudo hacerlo con Williams, entonces no piensa entregarse tan fácil ante la figura del heptacampeón.

Entonces Berger nos recuerda la diplomacia de Michael Schumacher para hacer de un equipo desconocido a su trato, un equipo ganador. Como el que armó en Benetton cuando el primer piloto, a su llegada, era el tricampeón Nelson Piquet. Como repitió en Maranello, cuando unió esa división que Montezemolo nunca había podido juntar entre los que hacían el motor y los que diseñaban la Ferrari. Y uno se pregunta ¿realmente podrá?

A lo que me sumó tácitamente a la consideración que al respecto hace Berger. "Si Nico bate a Schumacher, será un grandioso logro. Pero no es posible igualar a Michael en experiencia, capacidad política y confianza, al menos en los primeros intentos".

Sólo un detalle me gustaría agregar a lo que sostiene Gerhard Berger. Si Nico vence al piloto más ganador de todos los tiempos, al que muchos consideran el mejor piloto de la historia, entonces no estaremos ante Nico Rosberg, sino ante un joven que será de otro planeta.