acabé de ver esta fantástica película, ambientada en el japón del siglo XVI, con un uso de la cámara y de la actuación que nunca imaginé que podía ser hecho. perfomance actoral no consigue destacarse frente al verdadero protagonista de la historia, el fantástico director Akira Kurosawa, que muestra su tiránica presencia en cada fotorama.
el filme en sí, es un estudio simbólico de los orígenes y consecuencias de la mentira. En medio a un combate entre tres señores feudales; Shingen, jefe del clan Takeda, herido de muerte y dueño de un doble idéntico (Kagemusha), decide que su muerte inminente debe ser escondida por tres años. a partir de ahí el doble, un condenado a muerte por robo y asesinato, se convierte en el verdadero Shingen. y todavia hace de un ladrón el referente moral del filme, para demostrar la universalidad de la conciencia: el único modo de vivir con la mentira es, para el criminal, convertirla en realidad.
en medio de las encenaciones de los generales para disfrazar funerales y maniobras, de los intentos fallidos de los espias por descubrir la verdad, y la odisea emocional del propio Kagemusha, la mentira se convierte en verdad. ahora el asesino es Shingen , lidera a los Takeda, y es la muerte del Tirano original que resulta en mentira.
Una excelente metáfora para entender la escasa necesidad de mentira, lo poco agradecidos que somos con ella, y la fragilidad de la realidad, disecada como un velo que entendíamos como sólido. además, las escenas predominantemente estáticas contrastan con el dinamismo moral y emocional de la relación de los generales. en el desenvolivimiento de la mentira, la identidad del mentiroso debe morir para mantener un hambriento teatro de confusión y pretensiones
filme lento y dificil, recomiendo experimentar con paciencia. Kagemusha ,más que un filme, es una experiencia más parecida con beber tu primera Cerveza completa.
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