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el año K: segunda de trés

sábado, 23 de enero de 2010

Kaiser 

- y él... sabe?
- no me interrumpas! sabes como me irrita ser interrumpido
-bueno, sabe o no sabe?
-no sabe, pero claro que mañana hará un montón de preguntas. no le está gustando nada salir de tanque  lleno. No, no sabe.
- y a él lo que le tiene molesto es salir de tanque lleno!!!
-sí lo tiene! a ti te preocupa ahora el humor del tipo?
-lo que me preocupa es lo irregular del asunto. demasiadas personas saben al respecto.
mira, he hecho esto por años. En los tiempos del Kaiser, ni presisábamos de este tipo de conversaciones.
-bueno, el Kaiser era sí inmune a todo. pero ahora no tenemos Kaiser, es diferente
-mira muchacho, fue él que dejó al Kaiser fuera de juego! entonces quien mierda crees que es ahora el
 Kaiser?
-por favor...
-siiii! él es el Kaiser! y lo que estás haciendo lo haces por mi, por el Kaiser, y sobretodo por ti playboycito de cuarta: ahora vas a hacer la única cosa que sabes hacer, que es obedecerme, y lo vas a hacer bien hecho!



Kart
antes de colocar el casco tuvo que hacer una pausa y hacer de cuenta que miraba una barrera de pneumáticos a su izquierda. un grupo de paparazzis al acecho de su rostro esperaba por una reacción de confusión, un instante de duda. Mantuvo el semblante en lo que creía que era una mueca de confianza, contando hasta 30 para colocar de nuevo el casco.

se había acostumbrado desde el inicio a ocultar su lado izquierdo, desde que al despertar en el hospital advirtió que las enfermeras, los amigos, CEO's italianos, todo mundo; todos estaban atentos a los vendajes en su frente. Hasta el competente cirujano mientras conversaba de cualquier cosa, giraba de manera instantánea para aquella región de su desgracia. inluso el discreto Rob Smedley miró involuntário para aquella maldita marca. ya en el aeropuerto, creyó ver al piloto intentando ver la cicatriz por debajo de sus gafas. llegando al Brasil tuvo que acostumbrarse con los ojos de amigos y periodistas, porque hasta entonces las preguntas ya las tenia bien aprendidas.

Ahora, mientras camina en dirección a su kart, encuentra al buen Michael ya sentado en el suyo, sin colocarse todavia el casco y esbozando aquella sonrisa infantil de siempre. sonríe también y recuerda a su padre, que estaba sentado a su lado en el momento de despertar del coma, todavia aturdido con el olor de los medicamentos. el viejo titônio sonreía infantil y le decía: "gracias a Dios, hijito... lo importante es que estás vivo".

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