En los tiempos que se manejan en la F1 tres años es igual a una década, dos o tres. En algo podemos coincidir: es mucho tiempo. Pero para Michael Schumacher fue un necesario descanso que a su regreso no fueron nada.
El monoplaza habrá cambiado por completo, el tiempo de trabajo se habrá acortado a la mitad, pero en términos conductivos y físicos, el heptacampeón sigue siendo el mismo. Así lo pudo comprobar el alemán tras haber efectuado los tests de GP2 en Jerez de la Frontera, los cuales valoró como "muy positivos".
"Los tests fueron estupendos, no puedo decir lo contrario. Hemos tenido el inconveniente de la lluvia durante los dos primeros días, pero en la tercera jornada pudimos hacer mucho e incluso simular una carrera con neumáticos lisos. Fue mejor de lo que esperaba e inmediatamente me sentí bien en el coche, fue como si nunca me hubiera ido", declaraba Schumi en su página de internet.
Rastro de lesiones, ninguno
El káiser afirma estar "totalmente recuperado" de los problemas en el cuello que sufrió el año pasado, y aunque una prueba con un GP2 no es una medida real de la fuerza G que sentirá con un F1, Schumi está convencido de que los dolores "ya se han terminado"
"Estoy entrenando físicamente desde diciembre de manera muy cuidadosa y me siento muy en forma. Esa fue una de las razones por las que me sentí tan bien en el coche en Jerez, pero la Fórmula 1 es otra cosa, las fuerzas G son más altas y no es realmente comparable", explicó Schumi.
Energías renovadas
Por último, el piloto más ganador de todos los tiempos manifestó que le ha venido muy bien haber estado fuera de la competición porque le sirvió para sentirse libre y aliviado "no de las carreras, que siempre me han encantado, si no de todas aquellas cosas derivadas de vivir bajo una observación constante".
"Me vino muy bien estar tranquilo tres años. Me doy cuenta de cómo tengo otra vez ese cosquilleo y de cómo estoy de motivado, porque espero con muchas ganas que vuelva la competición. Ya es hora de empezar todo esto", concluyó.
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