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el efecto coanda

viernes, 5 de septiembre de 2008

carta para el pequeño Lewis
No Lewis, la prensa no te quiere destruir.
F1alc
Probablemente ya te habrás olvidado del episodio de hace un tiempo, allá, en casa. Pero nosotros no olvidamos Lewis. Por qué? porque somos fans. Porque recordamos. Y recordamos siempre. Recordamos los primordios de ese circo loco del cual no eres sino la última pieza loca. Si, estimado Lewis Carl. Tú eres solo un piloto de nuestra lista. Uno bueno.
f1alc
No queremos decir con eso que no te admiramos. Admiramos a cada uno de esos genios que pasaron por los circuitos, aún a aquellos que no tienen la aureola de gloria que tú tienes. Imaginamos todo el inhumano esfuerzo que te costó llegar a ese cockpit, y por eso nos levantamos a las tres de la mañana a asistir una carrera en el japón, y aguantamos pacientemente veintitantas vueltas a que pase la lluvia.
f1alc
No nos estamos quejando. No necesitas quejarte.
f1alc
Varios de nosotros ya pasamos por esa edad loca que te toca, no con tanta suerte y no con tanto éxito, pero podemos imaginar cómo se pasean las ideas delante de tus ojos. Acabas de descubrir que la formula uno es un mundo cruel. Si no fueras ese niño de oro que eres desde los ocho años, sabrías que simplemente el mundo es cruel. También es cruel para nosotros, solo que de otro modo. También lo descubrimos cuando teníamos tu edad.
f1alc
Llegar a Albert Park hace dieciocho meses puede haber sido la última escena de la película de tu vida. Imagino el sacrosanto motorhome lleno de figuras, el enjambre de fotógrafos cazándote, apretones de manos, aquel campeón español que te abrazaba, daba consejos y ofrecía ayuda. Todo era rápido, a la carrera. y donde ibas allí te acompañaba. Estoy hablando de ella Lewis, de aquella vieja mujer que siempre estaba a tu lado. Allí estaba Inglaterra. Inglaterra te adoraba, te sonreía a la salida del hotel por las mañanas, te invitaba un trago en el Bar, y te hacía bromas. Te levantaba de grúa si te salías de la curva. Inglaterra, esa dama imposible y presumida, estaba apasionada por ti, Lewis. Te encantaba ser la promesa cumplida de Inglaterra, el regreso de la leyenda, Excalibur liberta de la piedra. Eras la bala plateada a punto de salir frente a la línea del horizonte al frente, cuando se apaga la luz roja en la largada y todo mundo comienza a quedar borroso, a la hora de correr.
f1alc
Y corriste.
f1alc
Corriste tan rápido como el miedo, y de pronto no tenias a los otros en el espejo, se habían ido. Estabas solo y había aplausos, y música, y flashes. Estabas en el podio, estrechando la mano de un australiano viejo, y recibiendo el trofeo. Corrías en el carro, corrías de vuelta al Hotel, corrías en el avión, en los aeropuertos, y de nuevo corrías en el carro.
f1alc
Pero de pronto, casi al final de aquel domingo, te encontraste parado. Acelerabas y no podias avanzar. El ruido de piedras venía de debajo del auto, Lewis; de alrededor del auto, Lewis; estabas medio hundido en un pequeño océano de piedra. A dos metros de ahí, el asfalto temblaba con el paso de los Ferrari, de los Renault y los Williams. Allí volaba, a trescientos kilómetros por hora, Inglaterra Alucinada, con una lágrima en el ojo. Estabas enterrado, metal británico incrustado en una piscina de piedra. Habías perdido a Inglaterra.
f1alc
Y la fórmula uno era otro mundo ahora. Uno cruel. Y ahora te acordabas de ese español cabeza dura con quien peleabas en medio de los entrenamientos. Esa cara dura, que juzgaste ser de un campeón caído. Juzgaste rápido demás, Lewis. Todos somos campeones caídos.
f1alc
No viste a Inglaterra por algunos meses. Se había ido, como si fuera otra vida. Aquel español cabezadura era parte del pasado, y estabas libre, cómodo, holgado. Pero Inglaterra no aparecía. En el silencio de los intervalos, solo el click de los fotógrafos se oía. Nadie. Tribunas vacías, mecánicos distraídos, todos con una sonrisa vacía. Ah! Como extraño a Inglaterra, la presumida! Te sentaste en el cockpit para la próxima temporaday encendiste el coche. Y de repente, en esa lejana pista en Australia, allí estaba de nuevo. Marchando en medio de la recta principal, con una corona de flores en la cabeza y un vestido blanco y largo, Inglaterra había vuelto, como una valkiria para sonreír de nuevo. Estabas de nuevo allí, Lewis, en el podio en que ustedes se conocieron.
f1alc
No quiero ser pesimista, Pero ahora tienes que tener cuidado. A tu edad también pensábamos que conocíamos a las mujeres, que solo querían escuchar cosas lindas en el oído, antes de hacer el amor con ellas. Cuidado pequeño Lewis, pues no eres todavía la promesa cumplida. En medio del calor infernal de malasia, o cuando la maldita llanta delantera te dé la sorpresa, o cuando el sonido lastimero de la brita te saque de tu sueño; Es bueno saber que Inglaterra puede quedarse a tu lado por un tiempo, pero es bueno aprender que no va a quedarse para siempre.
F1alc
Cuidado Lewis, pues Inglaterra no tiene efecto coanda.

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