Mark Webber no es otro Giancarlo Fisichella. Tras muchos años destacando con monoplazas de segunda fila, Webber se ha mostrado capaz de aguantar el tipo ante una estrella incipiente como Sebastian Vettel e incluso superarle cuando llegó la ocasión.
El australiano se encontró con la posibilidad de poder subirse al podio en cada Gran Premio de un día para otro y peleó por la victoria como si estuviera perfectamente habituado a hacerlo, consiguiendo dos triunfos y ocho visitas al cajón durante la pasada campaña.
Después de un desafortunado accidente en el invierno de 2008, el temperamento típicamente australiano de Mark hizo que se recuperara a tiempo de forma satisfactoria y sobre todo, que jamás mencionara aquella lesión como excusa, a pesar de que su rendimiento estuvo lastrado por lo ocurrido.
Sin embargo, llegó un punto en el que el buen 2009 de Mark Webber se hundió entre sombras, justo cuando el australiano se convirtió en otro aspirante al título. Después de su cuarto podio consecutivo en Hungría, Webber empalmó cinco resultados fuera de los puntos que le apartaron de la lucha.
Tras terminar cuarto en el campeonato, 2010 debería ser mejor para Mark Webber. Ya está completamente repuesto de su lesión, el RB6 es un auténtico cañón y el resto de equipos están en construcción tras muchos cambios en su estructura.
Dadas las circunstancias y después un olvidable Gran Premio de Bahréin en el que terminó en una discreta octava posición en meta, Webber volvió a Australia, el lugar donde comenzó todo con aquel sublime quinto puesto en 2002.
Desde su debut, la estrella local sólo había vuelto a puntuar en casa en el año 2005. Sin ir más lejos, desde entonces su mejor resultado era un decepcionante 12º puesto en la última visita del circo a Albert Park.
Este fin de semana, la presión volvió a acosar a Mark. Era el protagonista en su cita de casa, el yogurín alemán había liderado en Bahréin hasta que su coche dijo basta y el nombre de Kimi Räikkönen suena en cada entrevista que le hacen.
Quería agradar. Y lo hizo durante el 90% de la carrera. Webber se dejó el alma durante la carrera de ayer por lograr un buen resultado. Mostrándose mucho más impulsivo de lo normal, el alerón delantero de su RB6 se acercó mucho al de sus rivales durante la carrera.
Y entonces llegó la penúltima vuelta. Con Hamilton y Alonso delante, el podio estaba a dos puestos. Era el hombre más rápido en pista. El jovenzuelo que le augura un buen retiro a final de temporada estaba a tiro. La grada cruzaba los dedos. El tiempo se terminaba. Llegó la curva Ascari y estaba más cerca que nunca. Lo intentó. Se tocaron. Mark acabó en la grava. Noveno. Otra decepción.
Con la situación digerida, la pregunta ahora es otra: ¿habrá otra oportunidad para Webber en Melbourne? Quizá él es consciente de que como otras muchas situaciones en su carrera, la respuesta no tiene por qué depender estrictamente de su impecable desempeño.
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