La vuelta del piloto más ganador en la historia de la Fórmula 1 y que tal vez pueda ser por siempre, el alemán Michael Schumacher, a decidido como todos saben, poner fin a su retiro de la categoría y volver a la acción en pista sobre un Mercedes, todo una traición según entienden los tifosis que han seguido a Schumi durante sus 11 años como piloto. A los 41 años, Schumacher vuelve no solo con el objetivo de lograr otro título mundial sino de vencer a la generación más reñida en la historia de la categoría que se preguntaba si podrían haber batido al alemán en sus grandes tiempos, y es por eso que Michael les ha dado la oportunidad. Unos a favor, otros en contra, opiniones diversas pero en fin, Michael estaba de vuelta. La pretemporada no fue del todo mala, completando su adaptación a autos de Fórmula 1 bastante diferente a los que uso en sus últimos años, con algo más de electrónica y mucho menos carga aerodinámica. Llegada la temporada nos preguntábamos donde estaría parado el alemán, y la respuesta fue sencilla, por detrás de su compañero de equipo. Una vez se evidenciaron estos resultados, ya desde la primera carrera comenzaron con las críticas sobre la conducción de Schumi, quien a pesar de sus 7 títulos, era batido por un piloto que iniciaba su carrera cuando él se retiraba, su compatriota Nico Rosberg, pero muchos, incluyéndome, dijimos que hay que darle tiempo, como así también tiempo al equipo para que pueda evolucionar un auto del cual se esperaba mucho más. En Australia tampoco esperábamos la resurreción del alemán, porque considerábamos que el tiempo de acostumbramiento llevaría hasta China, para luego comenzar a dominar en la temporada europea. Pero para sorpresa, Michael se ubicaba en los entrenamientos en las primeras posiciones. Lamentablemente solo fueron entrenamientos, porque luego en clasificación solo pudo ser 7°. Ese 7° lugar significaba muy poco para un piloto que solo reconocía la primera fila, y mucho menos significaba porque él sabía que podía a más si desafortunados inconvenientes surgían en su vuelta rápida de la última tanda clasificatoria. Esos problemas tenían nombres, y era Lewis Hamilton, que de hecho fue en la Q2 y principalmente Fernando Alonso, de seguro, su más grande rival, ahora a bordo de un equipo con el cual el heptuple supo hacer estragos. Una vez terminada la tanda, y antes que el español se salga del monoplaza, tenía a Michael por delante suyo, comentándole muy enojado que lo había perjudicado en su vuelta rápida al taparlo, cosa que el español negaba ya que el equipo no le dio una orden previa. Ya estaba, nada se podía hacer, ni siquiera la apelación a Whiting podía hacer algo. En carrera, Michael tenía una mejor largada que el asturiano, lo emparejó en la primera curva, pero el piloto de Ferrari tocó al piloto alemán producto de un toque previo de Button, ambos quedaban relegados en las últimas posiciones. El Safety Car salía, y Michael aprovechaba para ingresar a boxes por un nuevo alerón delantero, roto en el toque. Mientras veía que Alonso avanzaba, él se quedaba detrás de un lúcido Alguersuari, quien hasta las últimas vueltas lo contuvo hasta que la presión fue demasiada, ganando el último punto, al mismo tiempo que Alonso ya luchaba seriamente por el podio. La impotencia del alemán por la suma de un mísero punto hizo que en alguien se tenga que descargar, y que mejor que el piloto que lo "tocó", el mismo que lo "tapó", sí... Fernando Alonso. Mientras éste contestaba a las preguntas de los peridistas, Schumacher por detrás lo recriminaba por el toque al inicio, del cual Alonso explicó como un toque de carrera, producto de otro toque, sin saber lo que había pasado.
El piloto de Mercedes se enfrenta a otra era, donde las carreras no las tendrá ganadas facilmente sino que tendrá que lucharlas para conseguirlas, y para esto deberá centrarse en su trabajo, en lo que realmente importa, y olvidarse de las quejas que lo tienen en los titulares de la categoría carrera tras carrera. Por otro lado, simplemente hay que darle tiempo para que ponga las cosas en su lugar nuevamente y esperar a que la fiera vuelva a despertar de su largo descanso.
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