Fernando Alonso habría acabado el GP de Malasia con una avería en el embrague si el motor no se lo hubiera impedido a dos vueltas del final, pero ¿Qué le pasaba al embrague? ¿Cómo pudo rodar tantas vueltas con un ritmo tan alto?
Las cajas de cambio semiautomáticas de los F1 no usan el embrague para subir marchas, entran “a pelo” sin que el piloto levante siquiera el pie del acelerador, por lo que en aceleración Alonso no tenía ningún problema.
Al reducir marchas en cambio, para evitar el bloqueo de las ruedas traseras, el embrague desembraga automáticamente (como pisar el embrague en un coche normal) para dar un acelerón en vacío e igualar las revoluciones del motor con las que tendrá la caja de cambios al embragar (soltar el embrague) e introducir la marcha inferior.
El proceso sería: el piloto acciona la leva para reducir una marcha, un actuador desembraga, el coche da un acelerón en vacío mientras introduce la marcha inferior y el actuador suelta el embrague, todo ello en milésimas de segundo.
El problema en el Ferrari F10 de Alonso parece ser que estaba en que en las marchas más cortas, el actuador no soltaba el embrague, es decir, en las curvas más lentas el coche entraba como si estuviera en punto muerto, y por tanto, sin freno-motor.
Mientras el Ferrari giraba la curva, Alonso tenía que buscar el momento apropiado para dar un acelerón para que la marcha entrara (con brusquedad, claro, algo muy delicado en plena curva).
El embrague manual funcionaba correctamente, por eso Fernando pudo arrancar en la salida y parar en boxes, pero ¿cuántos pilotos habrían abandonado al primer síntoma de este problema?
Resulta a todas luces impresionante que pudiera rodar al ritmo al que rodó toda la carrera, y que la habría acabado en los puntos saliendo desde el fondo de la parrilla si el motor no se hubiera roto, quizás por el “diferente” uso que le dio el asturiano durante toda la carrera.
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