Nuevo paso para desvelar el futuro de la F-1. Ha llegado el día en el que los máximos responsables de la FIA deberán sentarse para decidir qué tipo de motores usarán los monoplazas del Gran Circo a partir de la temporada 2013.
No hay marcha atrás ni se puede seguir retrasando la toma de decisiones. Los mandatarios de la FIA tienen que comenzar a estudiar las diferentes propuestas que a lo largo de los últimos meses han ido poniendo sobre la mesa. Uno de los principales asuntos será definir qué motores sucederán a los actuales V8 de 2.4 litros de cilindrada, cuya longevidad es notable debido a que su diseño original data de 2006. En su día, se dijo que su previsión de vida sería de 7 años y, por ello, ha llegado la hora de decidir cómo serán las cosas en la categoría reina del automovilismo a partir de 2013.
Por el momento, dos alternativas parecen contar con cierta ventaja:
La primera coincide con la opción preferida por Ferrari: un propulsor de entre 1.5 y 1.6 litros turboalimentado y 670 CV, nada que ver con los indomables más de 1.200 CV y el % bares de presión utilizado a mediados de la década de los 80, en la que no existían ayudas electrónicas de ningún tipo.
La otra opción proviene de un grupo italiano denominado Project 1221*, del que forma parte el mítico ingeniero Mauro Forghieri. Su iniciativa propone el empleo de un motor de turbina de gas (similar a los usados por los helicópteros), que sustituirá al motor de explosión tradicional. Las soluciones que presentan se caracterizan por la ligereza de sus propulsores, más económicos y de larga duración. Los motores se podrían combinar con una caja de cambios convencional e incluso con un generador eléctrico, lo que ofrecería una gran flexibilidad.
Esta idea no es nueva en la F-1, que ya vio al Lotus 56B equipado con un propulsor similar en 1971. La sorprendente y revolucionaria propuesta cuenta con un punto a su favor y es que vendría avalada por Bernie Ecclestone.
El 27 de abril supondrá el punto de partida de una larga serie de reuniones en las que se firmarán las bases sobre las que se sustentará este deporte. La finalidad de esta nueva normativa es la de romper con las continuas confusiones de los últimos años y, de paso, encontrar un equilibrio económico que permita a los equipos mantenerse en la categoría, así como atraer nuevos constructores a través de un atractivo tecnológico que defina la F-1 de la próxima década.
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